sábado, enero 05, 2008

“Quiero escribir sobre una choza”

16 de diciembre de 2007

Viaje a Claromeco

La ruta fue larga, unos 500 kilómetros pero muy fácil, recta y muy bien hecha. La gente de capital no ha salido todavía de vacaciones, así que no encontramos nada de embotellamiento. Había muy pocos autos. Sin complicaciones para llegar a la costa.

Pasamos por Mar del Plata, pero sin atravesar la ciudad. Porque nos dirigimos a Necochea tomamos la ruta 8, que es mas campo, no había nadie sobre la carretera.


Claromeco está justo al lado de Tres Arroyos, y después de Necochea, todo es mas campo, ya no es el balneario argentino habitual. Es todo mucho más tranquilo. Estamos muy cerca también de Benito Juarez, una ciudad que me gusta mucho porque es recta, y planeada como un tablero de ajedrez. Las arquitecturas de Claromeco son muy simples. Hay algunas influencias del nuevo estilo balneario pampéense, como mar de las pampas, chalets un poco mas modernosos, pero en la mayoría son casitas muy simples, y edificaciones nuevas. Lo sorprendente, es que no hay centros comerciales grandes. Hay un solo ciber y pocos restaurantes.

La verdad que estamos muy contentos los tres de haber viajado más de 7 horas para llegar a un lugar que desconocíamos totalmente. Y con la ventaja de tener el auto, vamos a poder investigar un poco más los balnearios vecinos como: las retas, el balneario orense que son aun más salvajes.

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“Quiero escribir sobre una choza”

Cuando sopla fuerte el viento, me imagino que no existe lugar más adecuado que estar adentro de la casa. Cuando la noche refresca el campo, no hay mejor lugar que estar a la puerta de su casa, observando nubes, estrellas, o hasta mismo trenes, alguna actividad en el paisaje.

Una choza es una casa de pobres recursos, pajas, chapas, barro. Algún ermitaño, algún refugiado o exiliado. Algún solitario quien no tiene otro refugio que su propia casa de emergencia. Llegando nuevamente a algún punto de su vida.

Vivir de aire, vivir de la nada. El fundador de la ciudad vivía en una choza a la época, era algún anarquista quien no creía en ningún sistema sino refugiarse frente al mar. Decían que era borracho, que le gustaba la botella pero el hecho de caer en decadencia, cuando todo se vuelve mugre, polvo. El alcohol le podía traer algún demonio a su casa. Pero tenía la convicción de ser un sobreviviente de los pocos en esta dura avanzada de la tierra sobre el mar.

Backup de un texto escrito en claromeco 29/12/2007