sábado, febrero 12, 2011

altiplano de Villa de leyva, cordillera andina

Camino a Villa De Leyva, la ruta por la cordillera se transforma en recorridos serpenteantes. Al inicio fuimos por la ruta principal que va a Tunja que es una buena carretera. Luego nos desviamos por Chinquiquirá, una ruta mas chica y con muchas curvas, pero que tiene un paisaje de lo más bonito, atravesando los bosques de pinos y unos montes desérticos del altiplano Cundiboyacense, un paramo hecho de arbolitos nativos, sus tierras de colores rojos, sus arroyitos en medio de la vegetación.

Visitamos una ciudad típica de la cordillera de los Andes: Una lugar que esta ahí desde hace miles y miles de años cuando los Ictiosaurios y algunos Pliosaurios negociaban aceite de oliva con los conquistadores. Después de un largo tiempo esta ciudad finalmente eligió asentarse ahí frente a una montaña abrupta que la cuida y la vigila.
Caminamos por la plaza central de Villa de Leyva, cruzando la simetría de los cuatros rincones de la plaza, observando las miles de caras que se forman en el empedrado de las calles y plazas, seres fantasmagóricos que se despiertan con la luz de los proyectores que iluminan la oscuridad de la plaza.

En la noche parece ser un pueblo muy tranquilo, con su comercio para visitantes y habitantes, sus encuentros más originales entre turistas noruegos y campesinos, testigos que el tiempo de las cosechas, y del trabajo de la tierra siguen todavía vigentes.

Aproximadamente en 2 cruces y 3 cuadras, que es el tiempo para llegar a la plaza central, te convences que esta ciudad es bellísima, y descubres esta apertura hacia el cielo, esta suspensión en el tiempo que te hace olvidar durante minutos o unas horas que tienes los pies en la tierra. Entonces los sueños mas inconscientes prueban sus vuelos, una levitación segura por el altiplano andino.