domingo, enero 23, 2011

Buenos Aires, Pintor argentino pone una fábrica de pasta

Hacía rato que no volvía a la ciudad de Buenos Aires, aprovecho de mi estadía para visitar varios amigos, retomar algunos contactos. Siempre que vuelvo, se dibuja aquí un veranito de varios días. Los meses de fríos quedan atrás, y octubre y noviembre son los meces de primavera. Todavía no empezó el verano, pero aparecen días hermosos y de mucho calor, donde puedo caminar por las calles y observa como se entona los arboles, las flores, la arquitectura y la gente.

Aquí van algunas polaroids que pude rescatar de mi memoria y de mis paseos por la ciudad:

El portero abrió la puerta del edificio, y pude percibir un oasis perdido en medio del cemento, un viejo edificio conservaba su entrada con los adornos de la época, realmente era un espectáculo precioso.

Casa antigua, Jardín o Patio, son las palabras que ilustran el buen vivir en la ciudad grande. El oasis perdido en el escenario de cemento.

Las vías de la ciudad dibujan líneas, ejes que vacían entre 20, 50 kilómetros, te permiten seguir derecho sin equivocación, pasar por barrios, vecindarios, como los piratas se imaginaban el fin del mundo en un rincón del mapa, tal vez uno nunca observa el fin de esta ciudad.

Cada distrito tiene su plaza, su espacio verde, esto motiva mucho a los habitantes de buenos aires a salir del apartamento y poder estar un rato en la calle, pasear los perros todos aporteñados, que dicen “che” en vez de ladrar, armarse recorridos, hacer pausas por las plazas con galletitas y yerba mate.

En la plaza con mi amigo jorge nos quedamos un rato, tomamos mate, comimos bizcochitos de grasa que son una especie de merienda salada o dulce para acompañar con el mate. Nos tiramos en el pasto y hablamos. Esta es la forma de aprovechar a pleno el momento del día, de la superficie libre y verde que surge en medio de la ciudad de cemento.

Los choferes de Taxi, atentos a una forma de espionaje callejero, miran si los clientes están por ser llevados por los cuatros ruedas. Y te pescan en medio de una fila de taxi frente a los shoppings.

Te subis a un taxi y te diriges desde el centro hacia el norte de la ciudad, ahí vas a sentirte transportado, y veras muchos barrios, rápidamente pasas por Recoleta, Santa Fe, Barrio norte, Palermo, y luego Belgrano.

Estaba por entrar por la puerta de la casa, cuando vi esta parejita de enamorados que apareció por la esquina de casa. Cada uno una plancha a ruedas en las manos, se apoyaban uno contra el otro. La remeras sacada a fuera, la gorra, las zapatillas de telas casi rotas. No logré saber si la mujer era un travesti.

Cruzando la calle como dos almas en penas. Estaban ebrios o venían de pasar la noche afuera.
Agarrado uno al otro por si la duda que sopla un viento fuerte de la divina providencia y que se lo llevan en un soplaron majestuoso lejos de esta ciudad. Donde habían hecho su tótem protector y su razón de ser.

Pintor argentino pone una fábrica de pasta. Entre parrandero de choferes de taxis porteños, reparadores de carros, y gomerías, se encuentra el taller del pintor de buenos aires. De ahí salen los cuadros por kilos, hacia las muestras donde se juntan todo el clanclan de la vida porteña.

Como por ejemplo este mecánico que se murió, que se fue a nadar en el mar, desapareció súbitamente, se ahogó, se llevo todo lo que él había aprendido, “EL sabía mucho” me contaba Horacio, que también era mecánico del barrio, todo lo que él sabía, en 40 años de profesión, reparando autos se fue en el mar.

Era una pared de color casi fosforescente, y un perro casi fluorescente se pasó justo en frente regalando a los ojos un espectáculo inolvidable. Buenos aires tiene calles y calles, toca cortar el queso por bueno atajo.

Las terrazas tenían la ropa para secar, y la música era como un ritmo tropical. En el cielo ardiente de la ciudad había unos gigantes secadores de pelos. Con el calor, y la humedad, no sé como los pájaros logran levantar vuelo.

Hubo un desvio de trayectoria en pleno centro de la ciudad, bajo la mirada del todo poderoso en plena plaza de mayo. en la plaza los piquetes siguen estando, son banderas y palabras en la inmensa arena de la ciudad.

Un vendedor de helado, un armario, un vehículo con rueda, un transistor, todas clases de objetos se ensamblan tal cual como la física explica la teoría de los atomos y neutrones.

7 de noviembre del 2010, Buenos Aires