martes, noviembre 11, 2008

Avellaneda siempre se distinga de Buenos Aires

Avellaneda siempre se distinga de Buenos Aires. Es un barrio gigantesco, poblado
de casas chorizos, fabricas que ocupan toda una manzana. Tiene una
estructura horizontal sobre kilómetros y cada cruz entre las
cuadras marca una unidad en distancia y en tiempo. Las familias aquí
marcan una historia considerable.

Con tus propios pies, podes agarrar una cuadra, y seguirla sobre kilómetros
hasta llegar a Banfield donde vivió Julio Cortazar o seguir de
largo si quieres hasta las tierras de los gauchos.

Cuando fui para cortarme el pelo, desconocía cuál era el
ritual del peluquero de barrio. Después de entrar, después
que ya regularicé mi situación de extranjero informando
que venía de Europa, más precisamente de Francia, más
precisamente de Toulouse, más precisamente muy lejos de la
torre Eiffel. También justificando el hecho de haber cruzado
el océano en un momento donde todos tomaban aviones, barcos
para el lado contrario. Las corrientes migratorias suele explicar un
montón de cosas. En un momento tan difícil que vivía
la argentina. Si todos se querían ir para allá,
entonces….yo… que hacía
acá?

“ves?

... Mis volantes no solamente llegan hasta Temperley, sino también
llegan hasta Francia”

Despues hablaba con una de su clienta. Y le decía de todo, y ella le
contestaba. Era una demostración gratis de sabor a soda
cáustica .


“porque mis clientes siempre quieren volver?”


“Porque practico Garketing…”

Sentí que ahí, venia mi turno, y se puso muy contento a la idea de
poder experimentar cosas con una persona que no era de su cultura.
Era como abrir un diario en alemán, y empezar por leer solo
los títulos en negro.